Inglaterra atravesaba una segunda epidemia de cólera en el otoño de 1848, la cual causaba gran mortalidad en la población. En ese entonces existían dos corrientes preponderantes que pretendían arrojar luz sobre el origen y forma de contagio de la enfermedad. Por un lado, se creía que el contagio se daba por contacto (sin explicar muy bien el origen de la enfermedad) ya sea por las ropas o pertenencias de las personas afectadas, mientras, por otra parte, algunos defendían la teoría “miasmática” que consideraba al aire como el trasmisor debido a vapores tóxicos de material en descomposición.
Cuatro años antes del segundo brote epidémico, es decir en 1844, el joven John Snow obtenía su grado de doctor en Medicina por la Universidad de Londres. Atraído siempre por la investigación y reconocido por un agudo sentido de la observación, Snow estudió a fondo temas relacionados con la asfixia, el comportamiento de los químicos y anestésicos. Además, siendo aprendiz desde muy joven (17 años) ya había tenido contacto con enfermos de cólera a los cuales atendió, siendo aquella experiencia lo que marcaría su destino profesional y con ello la génesis de la epidemiología moderna.
Para iniciar este camino se posicionó en contra de las dos grandes teorías que sostenían el origen y forma de trasmisión de la enfermedad, en especial en contra de la miasmática, ya que conocía muy bien el comportamiento de los químicos y su relación con las reacciones que el cuerpo presenta ante estos. A pesar de no encontrar apoyo en la comunidad científica de su época, continuó en la búsqueda de respuestas, ya que sabía que algunos elementos tarde o temprano mostrarían dónde debía centrar sus esfuerzos.
De esta forma, utilizó los registros de defunciones por cólera ocurridas entre 1848 – 49 para delimitar un escenario geográfico, observando que la zona sur de Londres concentraba los mayores casos de mortalidad con respecto a otras zonas. Así también, observó que las personas consumían agua de diferentes puntos del río Támesis, siendo río abajo el sitio más contaminado del mismo. Con estos antecedentes y otras formulaciones, Snow generó su hipótesis que hablaba de una materia mórbida en el agua, invisible para el ojo humano y cuyo origen eran las disposiciones de las personas que iban directamente a las aguas del mencionado cauce hídrico.
Snow publicó su hipótesis en el artículo «On the mode of communication of Cholera» (1849), sin embargo, fue duramente criticado por el círculo de profesionales que seguía sosteniendo al aire como agente contaminante. Esto no desalentó al profesional quien continuó firme con su postulado, en especial, sostenía que la deshidratación era un efecto de agentes contaminantes externos que ingresaban al organismo por ingesta.
Posteriormente, en los años 1853 y 1854, Londres enfrentaba la tercera oleada epidémica. En tanto, los lugares de recogida de aguas, los sitios que fungían como vertederos de desechos y las bombas de extracción de agua para el consumo seguían el mismo circuito. Southwark and Vauxhall Water Company y Lambeth Water Company suministraban el agua a los pobladores, ambas compañías situaban sus instalaciones en la parte baja del río, por lo que los efectos eran iguales y no se diferenciaban uno del otro.
Fue así que, Lamberth Water trasladó sus instalaciones río arriba en la zona de aguas menos contaminadas. Tras enterarse de ello, Snow sabía que era su oportunidad para realizar un experimento a gran escala. Realizó cálculos, tablas y reforzó su teoría demostrando que en las zonas de personas que consumían aguas extraídas río arriba la mortalidad de la enfermedad era inferior. Además, visitó personalmente los hogares de las personas fallecidas, consultó los lugares de los cuales bebían agua diariamente y determinó que una bomba de agua ubicada en Broad Street era el principal causante de suministrar líquido con mayor grado de contaminación.
Posteriormente, obtuvo muestras de agua de diferentes puntos y demostró que el color era más oscuro en la mencionada bomba, advirtiendo a las autoridades, quienes decidieron inhabilitar la bomba para demostrar la teoría. Tras el resultado positivo del experimento, lamentablemente, la presión social y la incredulidad de las autoridades decantaron en la habilitación de la bomba, dando así continuidad a la epidemia.
Finalmente, experimentos de Louis Pasteur y Robert Koch dieron crédito a lo que Snow postulaba, debiendo pasar casi 30 años de la muerte de este último para que toda su teoría fuera aceptada. Al día de hoy existe una réplica de la bomba de agua de Broad Street en Londres. Cercano a ella el establecimiento John Snow Pub, cuyo nombre recuerda a este médico, anestesiólogo y epidemiólogo. Además, anualmente, la John Snow Society rinde un homenaje a su persona, retirando y reposicionando la palanca de la bomba de agua, como una forma de recordación.